Blog Creado el 17 de julio de 2009, con la humilde intención de revivir la História Aeronáutica de nuestra querida I Brigada Aérea "El Palomar". Para que conozcas a sus protagonistas, sus historias, sus imágenes, sus aeronaves y sus héroes. Si desea comunicarse con nosotros o colaborar con el blog, puede hacerlo a la siguiente direccion: marcelodamian_12@hotmail.com

sábado, 31 de octubre de 2009

Así se Llega a las Estrellas:

El próximo año 2010 será un año de conmemoraciones. La Patria conmemorará sus 200 años de vida, y la I Brigada Aérea celebrará los 35 años de servicio del querido FOKKER F-28 “Fellowship”.

Desde 1975, esta aeronave opera desde “El Palomar” dependiendo directamente del Grupo 1 de Transporte Aéreo (G.1 T.A), y operado por las bravas tripulaciones del Escuadrón II de Transporte Aéreo.

Nuestro simple homenaje a sus años de servicio, son los esquemas de pintura, proyectados en el año 2005 para su 30 aniversario los cuales lamentablemente nunca llegaron a portar.













“Cuando me veas volar, sabrás que Así se Llega a las Estrellas…” (sic itur ad astra)

Las imágenes publicadas son obra y de propiedad del amigo y compañero de trabajo Eduardo Marcelo Ayre.

V.C.V. / M.D.C.


lunes, 26 de octubre de 2009

La Brigada, y su gente:

El S.P. Walter Marcelo Bentancor nos acerco estas fotos en sus tiempos como tripulante en el Escuadron IV, Sistema de Armas FOKKER F-27 "Troopship", I Brigada Aérea "El Palomar".

  • Próximos a un lanzamiento de paracaidistas en el aeródromo de Junín. Posando para la foto, la entonces tripulación del F-27 TC-71 asignada para la operación.


  • El 21 de Septiembre de 1999 se produjo la despedida del Sistema de Armas Fokker 27 de dotación de la I Brigada Aérea El Palomar. Por tal motivo se realizó una ceremonia y como parte de la misma, el TC 76 hizo un pasaje final a modo de decirle adios a la casa que los albergó durante tantos años y fué testigo de sus glorias. Tripulantes en esa oportunidad: de Izq. a der.: C.P. Arroyo; 1er Ten Giurdanella; C.P. Bravo; My. Vergara; S. Aux. Bentancor.
Fotos pertenecientes al amigo S.P. Walter Marcelo Bentancor. Al cual le agradezco su buena predisposición y su interes por este humilde espacio.

Marcelo Damián Castañeda

jueves, 22 de octubre de 2009

Testigo de la Historia:


Un día teniendo el placer de haber sido invitado a recorrer la I Brigada Aérea “El Palomar”, tuve el honor de conocer al S.M. (R) Tomás Antonio DOMANICO.

El Sr. Domanico es conocido por todos aquellos que prestan y prestaron servicio en la unidad, por el solo hecho de tratarse de una de las personas con más antigüedad en la Base y que en cierta forma sigue aportando su servicio a la Fuerza voluntariamente.

Tomás Domanico nació el 21 de noviembre de 1917, en su casa entre las calles Santa Fe y Anchorena, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desde muy joven él sintió la vocación de servir y defender a su País. Es por eso que en el año 1937 y con 20 años de edad, decide ingresar al Ejercito Argentino, en la Escuela de Suboficiales “Sargento Cabral” en Campo de Mayo, Provincia de Buenos Aires…

“Opté por la Escuela de Suboficiales, por que en esa época la carrera de oficial era cara. Había que pagar $50 de aquella época, en cambio la carrera de suboficial era gratis…”

Domanico egresó como Cabo de Ejercito en el año 1939, y lo hizo con la especialidad caballería la cual él había elegido y tanto le gustaba.

Su primer destino fue la Escuela Militar de Aviación (EMA), pocos años antes trasladada a Córdoba…


“Me salió el “pase” a la Escuela Militar de Aviación…yo creía que estaba en Palomar, pero NO sabía que unos años antes la habían trasladaron a Córdoba, y cuando me integré participé en la fiesta de inauguración…”

Muchas fueron las vivencias que vivió Domanico en la E.M.A.: recuerda los 18 kilómetros de camino de tierra desde la Escuela de Aviación a la Ciudad, el aeroclub que ocupaba el predio donde hoy se encuentra la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea (E.S.F.A), la Fabrica Militar de Aviones y sus mil trabajadores que asistían en a trabajar en bicicleta…


“Me acuerdo mi primer año en Escuela de Aviación, el entonces Coronel Parodi pasó inspección a la tropa. Y como yo había llevado poca munición me levantó en peso, yo era cabo en ese momento y Parodi tenía un carácter muy fuerte… acá me da de baja pensaba por dentro mío…”

En 1942 el cabo Domanico recibe la orden de trasladarse a la Base Aérea Militar “El Palomar”, recordemos que en esos años hasta la creación de la Fuerza Aérea, la unidad dependía del Comando Aviación de Ejercito.


“Cuando llegué al El Palomar, me encontré con una Base totalmente distinta de lo que es hoy en día: Pistas de tierra, 3 o 4 hangares, donde hoy es la entrada en esa época era todo jardín, después era todo campo, era mas bien un potrero más que una base aérea…y para operar de noche se tenía que poner el balizamiento, poníamos en el campo unas bombitas que usábamos por esa época…”


Al preguntarle a Domanico por la disciplina de esos años, me pudo comentar que era totalmente rígida, una disciplina de soldado, muy poco comparable con la de la actualidad…

“Por esos años los suboficiales no podíamos vestir la ropa de civil en la Base, y un día descuido de mi parte y con ropa de civil, me encontró el entonces Tte. primero Salcedo. Y me dijo: Cabo tiene 15 días de arresto por vestir de civil…”

“No podíamos votar… los suboficiales recién pudimos votar en el 52´, cuando Evita pudo hacer votar a las mujeres, recién ahí nosotros pudimos votar…”

El material aéreo en El Palomar por esos años era de unos cuantos Fokker D-XI, Dewoitine D-21 C 1, Lockheed E-10 ELECTRA, Glenn Martin WAA-139, Curttis Hawk III y Curttis Hawk 75.


A posterior y con la adquisición de nuevo material en la década del 40´ la Base fue recibiendo sus primeros Junkers JU-52, Junkers JU F 13 L, Douglas DC-3, Douglas DC-4, Bristol 170 MK 1 A y DC-6…

“Yo fui tripulante del Junkers JU-52… con esos aviones dimos inicio a los primeros vuelos de LADE. Llevábamos carga y tenía una capacidad para 13 pasajeros y un alcance de 1.300 km…”



“Me acuerdo que para llegar a Esquel salíamos a las 8:00 am. y llegábamos a destino a las 17 hs. Hacíamos Palomar - Santa Rosa, Santa Rosa – Neuquén, Neuquén – Bariloche, Bariloche – Esquel…ahí nos recibía el suboficial Fortunato Martel…”



“Los martes y los jueves subíamos al Junker y hacíamos los “vuelos interbases”, salíamos de El Palomar e iniciábamos una navegación de recorrida por todas la bases del país…”



El 4 de Enero de 1945 la Fuerza Aérea Argentina nace como fuerza armada independiente, y asume en pie de igualdad con el Ejercito Argentino y la Armada Argentina la alta misión que significa la custodia y defensa de la Soberanía Nacional.

Domanico queda desafectado del Ejercito Argentino, pasando a revistar como suboficial en las filas de la Fuerza Aérea. Manteniendo en esta nueva Fuerza, por un par de años, su uniforme de Ejercito y luego pasa a portar un nuevo uniforme con “la alita” de bronce como brevet en su pecho, según algunos el brevet más hermoso que tuvieron los suboficiales de la Fuerza Aérea.

A mediados de los años 40, empresas privadas junto con personal del Grupo 1 de Construcciones (G1C), inicia los trabajos de pavimentación de las pistas y calles de rodajes y construcción de los enormes hangares.

“Eran maquinarias agrícolas enormes de empresas privadas y del Grupo 1 de Construcciones, trabajando durante meses para hacer los hangares y las pistas…”

La Base Aérea recibía todos los años una camada de soldados conscriptos, completando una dotación total entre 1000 – 1200 hombres en toda la unidad, entre oficiales suboficiales y soldados.

“Al soldado conscripto se le inculcaba los valores morales y éticos que una persona debe tener, la educación y el respeto, la organización y la disciplina, y los más importante… se le daba un oficio. Muchos cuando finalizaban el Servicio militar, iban a trabajar del oficio del cual habían aprendido acá… ya sea de mecánico, o de sastre, zapatero, meteorólogo, etc...”

“se le impartía instrucción de combate, instrucción nocturna, orden abierto, orden cerrado, trabajo en la base, en algunos casos se los llevaba de maniobras a La Rioja ó Entre Ríos, se le enseñaba a leer y a escribir si era necesario, a higienizarse… tenga usted en cuenta que provenían de todas partes del País…en fin.”

El Sr. Domanico tuvo el privilegio de conocer a personas como Tte. Cnel. Parodi, Zuloaga, Pérez Aquino, el Brig. Correa, Brig. Rojas, el My. Muratorio, Tte. Cnel. Juán Martinez, Vcom. Olezza, Brig. Fautario, Com. Güiraldes, Brig. Martinez…

Edelmiro Farrell en persona estrecho la mano de Domanico en un acto en “El Palomar”; conoció al General Perón en un acto donde se firmó la “independencia económica” en Tucumán; tuvo la oportunidad de conocer a Balbín, Frondizi, Estela Martinez de Perón, Carlos Menem, entre muchos otros…

En 1965 ya habiendo alcanzado la jerarquía de Suboficial Mayor, sorpresivamente le llega la orden de retiro de la Fuerza.
Desde ese año a la fecha Tomas Domanico se encuentra en situación de retiro, pero nunca dejó de servir en Palomar.
Estuvo cumpliendo servicio muchos años en el casino de oficiales. Se presentó como voluntario para colaborar en la Brigada en el marco de las acciones por la recuperación de nuestras Islas Malvinas en 1982.
Actualmente y con 92 años de edad, colabora activamente con la Sala Histórica de la I Brigada Aérea “Comodoro D. Victor Hugo BORCHERT”.



En lo personal y me permito una opinión, tuve el privilegio conversar con una persona que mantiene sus recuerdos con lujo de detalles de manera impresionante. Su vocación y el amor por su profesión, siguen intactos como el primer día de servicio activo.
Con sus aciertos y defectos, Tomás A. Domanico debe de ser ejemplo para las nuevas generaciones de abnegación, profesionalismo, servicio y por sobre todo ejemplo de vocación

V.C.V. / M.D.C.

martes, 13 de octubre de 2009

60 años de Historia:

La actual ubicación de la I Brigada Aérea “El Palomar”, fue sin duda testigo de los comienzos de la actividad aeronáutica en nuestro País.

La historia en la Base comienza un 10 de agosto de 1912, con los primeros aviones y pilotos que se animaban a volar los cielos de la patria en débiles aeronaves y globos aerostáticos.

Fué además testigo de los orígenes de la Aviación Militar de Ejército y de la Escuela Militar de Aviación, en la cual muchos jóvenes soñaban y llegaban ser aviadores militares.

El 15 de marzo de 1949, y formando parte orgánica de la flamante Fuerza Aérea Argentina, se crea la I Brigada Aérea “El Palomar”. Siendo hasta nuestros días, la más importante unidad de transporte Aéreo con que cuenta la Fuerza Aérea.


Un 15 de marzo, pero de 2009, con motivo de cumplirse el aniversario número 60, se decide hacer un video institucional de la Unidad. Recopilando los hechos más importantes que trascendieron en la historia y dando a conocer las importantes actividades que se realizan a favor de los intereses de la Nación.


Parte I




Parte II





El video expuesto es obra del Sr. Angel Cicciú, al cual hacemos un especial agradecimiento.

Marcelo Damián Castañeda

lunes, 5 de octubre de 2009

Abastecimiento Aéreo en Zona de Combate:

Uno de los más serios problemas logísticos de la guerra fue el envío de suministros a las fuerzas destacadas en las zonas interiores de las islas, entre ellas Darwin – Goose Green, especialmente comestibles y munición.
Esa carga partía, como es natural, del continente y debía ser transportada en primer lugar a Puerto Argentino y luego, usando helicópteros, hasta su destino final.

El peligro era doble; no sólo en la primera parte del trayecto, en la que había que romper el bloqueo, sino en el vuelo siguiente sobre el territorio de las islas, constantemente vigilado por las patrullas de Harriers y helicópteros enemigos armados.
Además, la disponibilidad de bodegas en los helicópteros de carga Chinook, nunca era suficiente para satisfacer todos los requerimientos.

El Comando de la Fuerza Aérea Sur resolvió entonces la conveniencia de enviar cargas directamente a las zonas donde había fuerzas argentinas desplegadas, mediante el sistema de lanzamiento en vuelo.

El mayor Rubén O. Palazzi, comandante de aeronave C-130, se encontraba en Comodoro Rivadavia el día en que se decidió efectuar la primera de esas operaciones y solicitó que se lo designara para llevarla a cabo.
Logrado su propósito se reunió en la tarde anterior con el resto de su tripulación para planificar los detalles acostumbrados. Esa noche recibieron la orden concreta y definitiva, que estipulaba exactamente la zona, cerca de Goose Green, y la hora de lanzamiento.

Al día siguiente, con tres horas de anticipación con respecto al despegue, iniciaron la serie de inspecciones del Hércules estacionado en la plataforma. Merecieron particular control los sistemas y equipos que serían empleados en ese tipo de operación: el doble riel instalado en el piso de la espaciosa bodega, el circuito eléctrico de advertencia para el lanzamiento, el corte - también accionado eléctricamente – de la barrera de contención de la carga, etc.
Media hora antes de la salida, el piloto, el copiloto y el navegador se encontraban ya en sus puestos y se dedicaban a “chequear” las largas listas de procedimientos.
Ocho contenedores, cada uno apoyado sobre su plataforma especial, estaban cargados y alineados de a pares en cuatro filas.

Despegaron a las 13:15 hs. y ascendieron con rumbo a la vertical de Santa Cruz. La hora de lanzamiento había sido fijada a las 16:14 hs. y debía respetarse y cumplirse estrictamente pues así lo exigía la coordinación con los efectivos de superficie que los estarían esperando.
Después de sobrevolar Santa Cruz descendieron a treinta metros de altura e iniciaron el cruce sobre el mar con destino al primer punto establecido. Habían resuelto entrar por la ruta que atravesaba en centro de la Gran Malvina.

Cuando llegaron a la isla encontraron la casi infaltable nubosidad baja, con lloviznas aisladas y zonas de bruma. Tuvieron que cruzar sectores de reducida visibilidad y aprovechar espacios abiertos entre colinas, maniobrando a treinta metros de altura con el pesado cuatrimotor como si hubiera sido un avión de caza.
Afortunadamente, sobre la zona de lanzamiento las nubes estaban a seiscientos metros de altura y algo más dispersas.


Se encontraban ya allí los integrantes del ECCO, el equipo de control de combate, quienes habían sido llevados previamente en helicóptero. Eran hombres de la Fuerza Aérea, y su misión consistía en marcar perfectamente la zona de lanzamiento y dar al avión el visto bueno para efectuarlo. Disponían de un equipo de radio, y la frecuencia a utilizar se coordinaba anticipadamente.
En caso de falla de la radio podían hacer señales convenidas, por medio de paños de diferentes colores o con humo. Todas estas previsiones respondían a la necesidad de decidir la prosecución del lanzamiento o suspenderlo, según la situación que se viviera en ese momento en una zona sometida a la vigilancia del enemigo.

El C-130 cruzó el punto inicial y enfrentó la zona con ciento ochenta metros de altura y una velocidad de doscientos veinticinco kilómetros por hora. La rampa ya estaba abierta y en posición horizontal, coincidente con el piso de la bodega.
El piloto llevaba el avión con suaves correcciones para mantener la altura y dirección exactas y se aproximaba al lugar señalado.
Segundos antes empezó a levantar la nariz de la maquina; debía lograr un ángulo de seis grados con respecto a la horizontal, para permitir que la carga se desplazara hacia atrás sobre los rieles.

El navegador gritó: “¡Luz Verde…!”, lanzamiento.

El copiloto movió hacia delante un pequeño interruptor, se encendió la luz y automáticamente se movió la barra de contención trasera. Los dos primeros contenedores se deslizaron sobre sus guías hacia la rampa y cayeron al vacío, seguidos sin solución de continuidad por los otros tres pares.


El desplazamiento rápido de toda la carga hacia atrás provocó la tendencia del avión a levantar exageradamente la trompa, pasando abruptamente de seis grados a treinta o cuarenta. El piloto debió reaccionar con suavidad para no dejarse llevar por el instinto y pretender contrarrestar violentamente el movimiento con los dos comandos. Ya que podría haber excedido los limites de esfuerzo estructural de la aeronave.

Mientras esto ocurría en la cabina de comando, el piloto ignoraba por completo que, al querer solucionar una fugaz falla que pudo haber trabado los contenedores, el segundo auxiliar de carga se había colocado detrás de ellos, interponiéndose en el camino de salida, y estuvo a punto de ser arrastrado. Si bien el tripulante estaba sujetado al avión por un cable de acero y tenía puesto un paracaídas en la espalda, debió apretarse contra la pared de la bodega, entrando el estómago y conteniendo la respiración mientras rozaban su cuerpo, en desenfrenada carrera, cuatro de los ocho pesados contenedores.

El enemigo no se presentó; la operación culminó con éxito y, en contados segundos, cayeron sobre Goose Green ocho toneladas de vitales suministros para nuestras tropas.

Marcelo Damián Castañeda

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