Era modalidad en el entonces Regimiento 2 de Transporte que, en la instrucción de pilotaje en Bristol 170, el grupo de oficiales que recibiría doble comando, en numero de 4 a 6 abordase en conjunto el avión, turnándose en la cabina de pilotaje conforme lo determinaba el instructor. Un 31 de agosto de 1949 había abordado el T-39 para recibir instrucción los entonces tenientes Eduardo J. Federik, Carlos E. Rodríguez, y Ramón A. Díaz Velez y los alféreces Horacio H. Larghi y Enrique J. Silva. Como instructor se desempeñaba el entonces 1er. teniente Enrique J. Smith Estrada.
Habiendo finalizado el tema del cuarto alumno, el avión recibió instrucciones para desembarcar a uno de los oficiales. Restando solo un alumno, el instructor dispuso que desembarcasen todos los demás y regresó a la cabecera 16 de El Palomar (PAL).
Despegando hacia el sur, el avión tuvo una brusca perdida de potencia, que impidiendo volver a Morón (MOR) para un aterrizaje de emergencia, obligó a la tripulación a aterrizar en un área no muy densamente poblada, pero que si tenia varias construcciones y cercas. Así fue el que el T-39 tocó tierra derribando a su paso alguna cerca, tapias y arrasando alguna que otra casa… emparejando algún montículo, cedido el tren de aterrizaje, arrugándose y gastándose contra el suelo. El fuselaje se destruyó y los tripulantes, arriba, en la cabina superior resultaron ilesos.
Gracias a Dios tampoco hubo que lamentar daños a terceros, en la larga corrida del avión sobre el suelo…
Realmente el avión lucía cómicamente bajo, aplastada la cabina de carga… aunque no causaba gracia pensar en lo que hubiera sido para los cuatros pasajeros (alumnos) desembarcados…
Despegando hacia el sur, el avión tuvo una brusca perdida de potencia, que impidiendo volver a Morón (MOR) para un aterrizaje de emergencia, obligó a la tripulación a aterrizar en un área no muy densamente poblada, pero que si tenia varias construcciones y cercas. Así fue el que el T-39 tocó tierra derribando a su paso alguna cerca, tapias y arrasando alguna que otra casa… emparejando algún montículo, cedido el tren de aterrizaje, arrugándose y gastándose contra el suelo. El fuselaje se destruyó y los tripulantes, arriba, en la cabina superior resultaron ilesos.
Gracias a Dios tampoco hubo que lamentar daños a terceros, en la larga corrida del avión sobre el suelo…
Realmente el avión lucía cómicamente bajo, aplastada la cabina de carga… aunque no causaba gracia pensar en lo que hubiera sido para los cuatros pasajeros (alumnos) desembarcados…
* “La Aventura de Volar”, Brig. My. Palazzi, BNA, ATTA
Marcelo Damián Castañeda
Interesantisimo relato señor Castañeda, realmente es un gusto para mi poder leer las historias que publican...muchas gracias nuevamente por sus relatos....claudia Monica Fuentes de ENTRE RIOS.
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